La Nueva Cantina
AtrásLa Nueva Cantina, hoy cerrada permanentemente, fue durante años una parada casi obligatoria para quienes visitaban el Balneario San Cayetano. Su propuesta gastronómica generó un abanico de opiniones tan diverso como su menú, dejando un recuerdo ambivalente en la memoria de sus comensales. Al analizar su trayectoria, se dibuja el perfil de un clásico bodegón de playa, con sus luces y sombras, donde la experiencia podía variar drásticamente de una visita a otra.
Para muchos, este lugar representaba la esencia de la comida de bodegón: platos abundantes, sabores caseros y un ambiente familiar. Las reseñas positivas destacan de forma recurrente la generosidad de las porciones, un rasgo muy valorado por los visitantes. Platos como la milanesa napolitana con puré de papas, las pastas y las empanadas eran frecuentemente elogiados, descritos como "exquisitos" y de gran calidad. Algunos clientes lo consideraban un lugar "único" en el balneario por su relación entre calidad, cantidad y precio, sumado a la atención cordial y directa de su dueño, lo que reforzaba esa sensación de estar en un comedor de confianza.
El Sabor de la Inconsistencia
Sin embargo, no todas las experiencias fueron positivas. La calidad de la cocina parecía ser inconsistente, un punto débil que generó críticas severas. Mientras algunos celebraban sus milanesas, otros las calificaban como "nada especial". El asado fue uno de los platos más polémicos; varios comensales se quejaron de la carne dura o con exceso de grasa, una gran decepción para quienes buscaban una buena parrilla argentina. Esta irregularidad en los platos de bodegón más emblemáticos sugiere una falta de estandarización en la cocina que afectaba directamente la satisfacción del cliente.
El servicio también fue un punto de discordia. Mientras la atención del propietario era vista como un punto a favor, el trato de algunos empleados fue descrito como apático y con "pocas ganas", lo que restaba calidez a la experiencia. El ambiente, calificado como el "comedor de un club" y despojado de personalidad, no ayudaba a compensar estas falencias, ofreciendo un entorno funcional pero sin encanto particular.
La Falta de Transparencia: Un Problema Recurrente
El aspecto más criticado de La Nueva Cantina, y que unificó a la mayoría de las opiniones negativas, fue su política de precios y la falta de transparencia. El restaurante operaba sin una carta física donde se detallaran los precios. Los clientes debían ordenar basándose en el menú del día, sin tener una idea clara del costo final. Esta práctica generó malestar y sorpresa al momento de pagar la cuenta. Además, surgieron acusaciones sobre la aplicación de sobreprecios según el medio de pago utilizado y la no entrega de facturas, lo que erosionó la confianza de muchos visitantes.
Esta falta de claridad, sumada a la percepción de que el local se aprovechaba de ser una de las pocas opciones gastronómicas disponibles en el balneario, dejó una impresión muy negativa en una parte de su clientela. Un cliente llegó a recomendar directamente "llevarse su propia comida y cocinarse", una afirmación contundente sobre su decepción.
Un Legado de Contrastes
En retrospectiva, La Nueva Cantina fue un establecimiento de dos caras. Por un lado, ofrecía la promesa cumplida de los bodegones de la costa: porciones generosas y platos caseros que podían ser deliciosos. Por otro, sufría de una notable inconsistencia en la calidad de su comida, un servicio irregular y, sobre todo, una cuestionable falta de transparencia en sus precios. Su cierre marca el fin de una era en el Balneario San Cayetano, dejando un espacio que, según noticias locales, ha sido renovado y concesionado bajo un nuevo nombre, "Lo de Enrique". La historia de La Nueva Cantina sirve como un recordatorio de que, incluso en destinos con poca competencia, la calidad constante y la honestidad con el cliente son fundamentales para construir una reputación sólida y perdurable.
